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EL domingo día 30 de abril, un sentido homenaje de los vecinos para despedirse de las hermanas de la Congregación de María Reparadora en el pueblo de Chamartín y en la sierra de Ávila. La presencia de las hermanas ha supuesto un aliento inagotable de sentimiento que se tradujo en el apoyo constante a las inquietudes de las personas que confiaron en ellas desde el primer día. El rastro de su obra es amplio y extenso y todos guardan en el corazón el cariño con el que difundieron su labor pastoral y también el tiempo dedicado a la formación social y cultural de las mujeres y hombres de la sierra abulense… Desde aquel lejano 1980, aplicaron sus principios sociales y ayudaron a que la vida de la sociedad que las acogía progresara y mejorara a diario. Sus valores carismáticos centrados en el amor a los demás siempre “desde las actitudes eucarísticas de entrega, comunión, misericordia, justicia y solidaridad» centraron en la persona y en toda su dignidad “la razón de ser de todo su ministerio pastoral, comprometidas en la defensa y el cuidado de la vida frágil”.

A través de un amigo de infancia, Monseñor José Rodríguez Carballo, secretario del Dicasterio para la Vida Consagrada, envió un mensaje para las hermanas que habían pasado por Chamartín.

 

En cuanto Arzobispo Secretario del Dicasterio para la Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica en el Vaticano, quiero daros las gracias por saber decir gracias. Vuestra gratitud hacia estas hermanas y hacia todas las hermanas de María Reparadora que han compartido vuestra vida en el día a día…

Queridas hermanas… Ahora os vais de Chamartín y de Ávila. Esto va a suponer un éxodo no fácil para vosotras. Atrás quedan muchos años de entrega, lazos de cariño, alegrías y sufrimientos compartidos, tejidos día a día. Atrás queda mucho bien recibido de vuestros vecinos y restituido por vosotras a manos llenas. Sois un ejemplo de fidelidad a la ocasión a la que habéis sido llamadas. Sois un ejemplo para creyentes y no creyentes. Gracias en nombre de nuestro Dicasterio por vuestro testimonio de consagración en medio del pueblo y para el pueblo. Habéis servido a la Iglesia siendo y manifestándoos como Iglesia. Que Dios premie, como solo él sabe hacer, vuestro trabajo, y que la siembra evangélica que habéis realizado, muchas veces con sudor y lágrimas, fructifique abundantemente…

En nombre del Dicasterio para la Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica en el Vaticano, os envío la bendición del Santo Padre y la mía, una bendición a los presentes en el acto de homenaje, extensiva también a todos los vecinos y vecinas del pueblo, así como a la Congregación de María Reparadora.”

Tras la ceremonia de despedida, se descubrió una placa en la que fue su residencia permanente de las hermanas. “El pueblo de Chamartín: en agradecimiento de las hermanas de la Congregación de María Reparadora por su gran labor con sus vecinos durante los últimos 40 años “; y, por acuerdo del pleno, se dedicará la calle cercana a la Iglesia con el nombre de Congregación de María Reparadora.