Nuestra historia

Desde el principio, Emilia, rodeada de diez jóvenes de distintas nacionalidades y ayudada por varios Jesuitas comienza una experiencia de vida religiosa. Nace así una Congregación de mujeres enraizadas en Jesús, que viven en el mundo una experiencia profunda de Dios, que es amor y misericordia, que sufren al ver ese amor desfigurado y olvidado y sienten la llamada a la Reparación.

La Congregación se extiende por el mundo rápidamente fiel a su vocación misionera, que desde los comienzos la caracterizó.

La misión de la reparación se va vislumbrando en un primer momento desde la presencia adoradora, la experiencia de la eucaristía que las lleva a ser pan que se parte y se reparte.

Desde los comienzos se entiende como prioridad transmitir el amor del Dios al mundo a través de los Ejercicios Ignacianos, el acompañamiento, la formación integral a la persona y la entrega generosa a las misiones.

Nos sentimos especialmente inspiradas en María, viviendo en comunidades pequeñas, sencillas y con un estilo de vida muy cercano a la gente.

Este tiempo de renovación ha marcado la marcha y la identidad de lo que somos hoy.

Seguimos creyendo en el dinamismo de nuestro carisma que tiene expresiones nuevas siguiendo los signos de los tiempos, pero que, en el fondo, es la misma llamada a la Reparación de nuestros orígenes.

En 1965 el Concilio Vaticano II invito a los religiosos/as a una renovación: “Abrir las ventanas, ir a las fuentes”. Fue para nosotras un reencuentro con nuestra fundadora y las primeras compañeras. Esto sobre todo un cambio en la manera de entender nuestra presencia reparadora en el mundo. Actualizamos la fuerza contemplativa de nuestra vocación y la fuerza del carisma nos impulsaba cada vez más a estar presentes y a ser parte, junto con otros, en procesos a favor de la justicia.

“Abrir las ventanas, ir a las fuentes”

En 1965 el Concilio Vaticano II invito a los religiosos/as a una renovación: “Abrir las ventanas, ir a las fuentes”. Fue para nosotras un reencuentro con nuestra fundadora y las primeras compañeras. Esto sobre todo un cambio en la manera de entender nuestra presencia reparadora en el mundo. Actualizamos la fuerza contemplativa de nuestra vocación y la fuerza del carisma nos impulsaba cada vez más a estar presentes y a ser parte, junto con otros, en procesos a favor de la justicia.

NUESTRA FUNDADORA

NUESTRA HISTORIA

NUESTRA MISIÓN

SOMOS FAMILIA REPARADORA

NUESTRA PRESENCIA EN EL MUNDO