Nuestra misión

 

La misión que Dios nos ha confiado a la Congregación de María Reparadora y a los laicos/as de la misma familia, la entendemos desde ser en el mundo como María, mujer del pueblo para Dios y mujer de Dios para el pueblo.

El carisma que Dios nos ha confiado, la reparación con María, nos identifica con la Kénosis de Jesús que se concretiza en misericordia, como vía de inclusión, compasión, consolación, dignidad de cada persona y justicia.

Identificadas con los sentimientos de Jesús, asumimos su estilo de vida, su estilo de estar con los/las demás, de forma cercana, acogedora, solidaria.

La Eucaristía, dinamiza toda nuestra vida, la hace más creativa, abierta. Reconocemos la transformación que se ha dado en nosotras, hemos entrado en una contemplación más real y humana, unificando nuestra vida: adoración – compromiso – misión – evangelización.

 

Espiritualidad Ignaciana.

Nuestro carisma está vinculado a la espiritualidad ignaciana. La dinámica de los Ejercicios de San Ignacio nos ayuda a realizar un proceso de integración personal para el encuentro con Dios Creador de todas las cosas, y a la configuración con nuestro carisma y nuestra propia espiritualidad. Buscar y encontrar a Dios en todas las cosas nos lleva a convertirnos y vivir la libertad interior; seguir a Cristo pobre entre los pobres “sin cálculo y sin reserva”. (cf.- Carta del 2 de julio)

El carisma de la reparación nos lleva:

  • A apostar y comprometernos con un mundo más justo, donde todas las personas tengamos las mismas posibilidades de vivir con dignidad.
  • A trabajar por la paz desde los niveles personales, familiares, comunitarios y entre los pueblos.
  • A generar espacios donde la mujer crezca y sea reconocida por lo que es.
  • A cuidar la vida en todas sus expresiones: protección de niños/as y personas vulnerables, el medio ambiente.
  • A encontrar en el servicio a la hermana/o, un camino de encuentro con Dios.
  • A atender todos los brotes de vida que van creciendo en las personas. Brotes de ternura y compasión.

“Nuestra misión de reparación en seguimiento de Jesucristo es inseparable de la llamada a promover la justicia en el mundo”. (C 36)

“Nuestra misión de reparación en seguimiento de Jesucristo es inseparable de la llamada a promover la justicia en el mundo”. (C 36)

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